Comentario
Dejando a un lado el estudio de los primeros poblados, y sobre todo la Jericó neolítica, debemos aludir, aunque brevemente, dado su escaso interés artístico, a la época protourbana, a la cual perteneció cierto número de lugares (Jericó, Megiddo, Beisan, Tell el-Fara'ah, etc.) que luego se convirtieron en prósperas ciudades. Los restos arqueológicos de las mismas se reducen para tal época a basamentos y paredes de grandes cámaras funerarias y a restos de endebles edificios.
Son muchos los problemas que plantea el Bronce Antiguo palestino (3100-2100 a. C.) y pertenecen más al campo de la Arqueología que al de la Historia del Arte, por lo cual apenas incidiremos en tal etapa, totalmente irrelevante desde el punto de vista artístico. También los plantea el Bronce Medio (2100-1550 a. C.), si bien, entonces, ya aparecieron edificios dedicados al culto, y lugares de enterramiento, dentro o en las cercanías de las ciudades, protegidas con taludes de aparejo ciclópeo, con foso delantero, murallas con torres y puertas con planta en forma de tenaza, prueba de las influencias arquitectónicas de las ciudades norteñas de Siria y de los hicsos, que llegarían luego a Egipto. Ejemplo de lo dicho lo podemos ver en Tell Beit Mirsim, Tell el-Fara'ah (quizás aquí la puerta fortificada más remarcable de todas las cananeas), Hazor, Gezer, Bet-Shemesh, Siquem, Megiddo, Jericó, Kirbet Kerak, Arad, muy recientemente excavada, y Tell Kabri, descubierta no hace mucho.
Los lugares de culto presentaban, en general, plantas muy uniformes, de estructura rectangular, con pequeñas habitaciones interiores y exteriores, distribuidas de acuerdo con un eje axial. Lo mismo debemos decir de los palacios y mansiones ricas (la del estrato D de Tell Beit Mirsim), que entonces empezaron a proliferar, aunque dada la inestabilidad de la época adquirieron aspectos de fortalezas. Los ejemplos más importantes podrían resumirse en tres: Tell el-Addjul, Ta´anak y Megiddo. El primer yacimiento ha proporcionado un palacio que ocupaba unos 2.000 m2 de superficie, con muros de adobe, de dos metros de espesor, sobre un elevado basamento de piedra; el segundo, Ta´anak, conocido por las Cartas de Tell el-Amarna y por la Biblia, ha puesto al descubierto un palacio cananeo, del siglo XVI-XV a. C. con muros de 1,20 m de espesor y aparejos prácticamente ciclópeos: patio, cámaras (de unos 3 por 4,50 m de superficie) se hallaban dispuestos bastante simétricamente. Creído por algunos como templo-fortificado, más que como simple palacio, ha proporcionado un remarcable altar de perfumes. Megiddo presentaba un palacio de mayor superficie, pero con una serie de estratos muy problemáticos desde el punto de vista arqueológico.
En esta fase del Bronce Medio, los enterramientos se practicaron en grutas naturales o en grandes tumbas colectivas excavadas en las rocas, formando verdaderos panteones familiares, aunque no faltaron las tumbas individuales o los enterramientos de niños en los subsuelos de las casas. Todos ellos son de nulo interés artístico, con ajuares funerarios de tipo personal, y algunos materiales egipcios (escarabeos hicsos).
El Bronce Reciente (1550-1200 a. C.) se inició en Palestina -nominalmente, territorio egipcio- con violentas destrucciones provocadas en el sur por los ataques egipcios de su política expansiva; por el norte los hititas y los hurritas también presionaban causando inestabilidad y en ocasiones conflictos armados. Establecido en el siglo XIV un equilibrio internacional entre las principales potencias del Próximo Oriente, Palestina conoció una corta fase de estabilidad.
Arquitectónicamente hablando, los edificios de este período fueron una continuidad del anterior, con idénticos materiales y disposiciones constructivas, visibles tanto en los edificios religiosos como en los de carácter civil.
Los religiosos, que adquirieron un gran desarrollo, según ha demostrado la Arqueología, se levantaron bien en el interior, bien en el exterior de las ciudades, y generalmente en una altura, significada por el término "bamah", que le aplica la Biblia. Presentaban plantas rectangulares -una sala amplia- con vestíbulo, una o dos cellae y patios más elevados. En la mayoría de ellos han aparecido estelas sagradas, decoradas o no, plantadas en tierra (los massebhoth), estatuillas femeninas de Astarté, vasos de libación, cerámicas, así como parte del mobiliario litúrgico (altares, bancos corridos, mesas de culto, piletas).
Hazor ha conservado varios de estos templos, levantados en sus diferentes áreas urbanas, algunos continuación de edificios anteriores. Así, en la ciudad baja (Area C) destacó el Templo del Estrato 1-b, que tuvo continuidad en el estrato siguiente y que ha aportado una serie de "massebhoth" de basalto, estatuillas masculinas, cerámicas del siglo XIII a. C. y un rico ajuar cúltico. En el Area H también existieron otros templos, de estructura semejante a los edificios sirios (pórticos, ortostatos). La ciudad alta contó, asimismo, con otras construcciones religiosas, entre ellas un santuario al aire libre, rodeado de habitaciones, con un altar monolítico de 5 toneladas de peso.
Lachis levantó un templo de nueva planta en el exterior de su recinto urbano, al rellenar parte de sus sistemas defensivos del sector noroeste, conocido por ello como Templo del foso: era de planta rectangular (10 por 5 m), con antecámara, sala y dos estancias. El edificio conoció otras dos fases posteriores de remodelación hasta que fue destruido al final de la etapa cananea. Sus ruinas han aportado, entre otras piezas, una estatuilla del dios Reshef y un vaso con el nombre de la diosa cananea Elath.
Megiddo, en sus estratos VIII-VII A, presentaba un importante templo de planta rectangular, con tres fases sucesivas (9,60 por 11,50 m), con muros de gran espesor, lo que le daban aspecto de fortaleza, protegidos por dos torres.
Beisán también contó con otro templo situado cerca de la puerta de la ciudad, de complicada planta (en realidad, se trata de seis templos construidos uno sobre otro), formado por patios, varias habitaciones y diferentes corredores de acceso. Los restos arqueológicos del nivel IX han planteado serios problemas de interpretación religiosa (piedras y estelas a modo de "asherim" y "massebhoth") y han proporcionado excelentes cerámicas, bronces, una estela de Mekal Reshef y otra de Astarté y otros objetos votivos. En el nivel VII el templo modificó la orientación, siendo su planta cuadrada con cella en la cabecera y columnas con capiteles egipcios; más tarde, en el siglo XIII a. C. volvió a cambiar de orientación.
Finalmente, debemos citar el templo-fortaleza (21 por 25 m) de la acrópolis de Siquem, con culto hasta finales del siglo XIII a. C.
En cuanto a los edificios de carácter civil, hay que fijarse en el palacio de Tell el-Addjul, que en esta fase hubo de reducir sus proporciones arquitectónicas, y en el de Megiddo, que había sido embellecido y ampliado (nivel VIII). Entre las residencias nobles hay que recordar, a título de ejemplo, una de Bet-Pelet, con un sistema de conducción de aguas muy sofisticado, parecida a la residencia de Tell Beit Mirsim.